Cuando lo vi no podía dar crédito y me quedé muda entre el estruendoso ruído de la música y sirenas de la feria. En ese instante todos los ruidos desaparecieron dando paso al silencio y los colores de las luces de las barracas se tornaron de color gris, un gris oscuro, sucio y feo. Solo podía centrarme en el profundamente taciturno rostro de los ponys, en la mirada resignada de unos ojos que tal vez soñaban con verdes prados, rayos de sol y el rocío de la mañana. Pensé ¿qué derecho tenemos los humanos a exclavizar así a los animales?. Todos los niños sueñan con tener un pony y cabalgar sobre su grupa entre risas y relinches felices. No sueñan con galopar sobre un pony zombi, sobre un alma en pena errante que gira hacia ninguna parte, hacia una muerte en vida. Sentí tanta pena por los pobres animales como de los padres que pagaban dinero por montar a sus hijos en una feria de animales muertos vivientes. ¿Es la educación que queremos para futuras generaciones? ¿Cómo podremos reprochar a nuestros hijos el día de mañana la falta de sensibilidad y de respeto por sus semejantes y por la naturaleza si el mensaje que difundimos es el contrario?. Las condiciones en las que viven estos preciosos animales son penosas y el trabajo forzado del que son exclavos un infierno. DI NO A LOS CARRUSELES DE PONYS. Firma la petición. http://www.change.org/es/peticiones/ayuntamiento-de-marchena-que-prohiban-los-carruseles-de-ponys-en-la-feria">
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